8 abr 2014

Hijo de Dios: De Biblias y telefilmes

* *      REGULAR

“Hijo de Dios” constituye un brazo cinematográfico de la miniserie “La Biblia” (2013) producida por History Channel para la televisión. En sus capítulos se repasan los acontecimientos centrales relatados tanto el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Sin muchas pretensiones y diseñada para el público que profesa la fe cristiana, la película termina siendo una edición de la miniserie completa pero centrada en el capítulo que retrata la vida y obra de Jesús. Incluso el actor que da vida al Hijo (el portugués Diogo Morgado) es el mismo que lo personifica en la miniserie.
Con una introducción que presenta la Creación, Adán y Eva, Abraham, Noé y el Diluvio Universal y Moisés, la historia rápidamente se enfoca en la Anunciación y el nacimiento de Jesús en el pueblo de Belén para luego recorrer rápidamente su vida pública y centrarse en sus últimas horas de vida y posterior resurrección. Creo que es innecesario contar la trama. El cine nos ha dado innumerables adaptaciones del Mesías y cada Semana Santa se ha encargado de recordárnoslas por la televisión.
Esta adaptación carece de todo sentido cinematográfico. No existe diferencia entre ella y un capítulo de la miniserie a la que ya hice referencia. Si bien tiene un ritmo ligero y condensa de manera correcta el contenido de los Evangelios, uno se queda con ese sabor en la boca de estar degustando una película hecha y producida exclusivamente para televisión. Todo está empaquetado: su diseño de producción, vestuario y música; su voz en off y las actuaciones; y la estructura de la trama. Aún no me explico su llegada a las salas de cine. Un estreno por televisión para Semana Santa hubiese bastado.
Pero más allá de eso (porque también es cierto que productos cinematográficos más deplorables han llegado a las salas), lo reprochable de esta cinta es la objetividad con que se cuenta la vida de Jesús y la carencia de  compromiso por parte de los guionistas al abordarla. Apelando a la estructura de “o es blanco o es negro”, cada personaje está diseñado para que el espectador lo ame o lo odie, sin proponer el espacio necesario para las propias reflexiones y conclusiones. No hay desafíos que enfrentar, todo está presentado de manera digerida y con cierto fervor. Se queda en la mera corrección, sin ir más allá, sin correr los esperados riesgos artísticos que implica trabajar sobre la vida del Hijo de Dios. “La última tentación de Cristo” de Martin Scorsese (1988) o “La Pasión de Cristo” de Mel Gibson (2004) son muestras de visiones diferentes que, aún con toda la polémica que llevaban sobre sus espaldas, tenían lo que una película debe tener.
Una visión como la ofrecida no convence a esta altura de la “ciencia” del cine. No se despega de ser una película que cualquier catequista puede mostrar a los niños que se preparan para tomar su primera Comunión.

Crítica realizada por Leo Arce.


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