25 dic 2014

Escobar, Paraíso Perdido: El “Padrino” de Colombia

* * *     BUENA

Pablo Escobar fue un personaje vital en la historia colombiana del siglo XX. Su nombre se ligó al narcotráfico, a la riqueza, al poder político, al amor popular y a la mafia. Un personaje de naturaleza ambivalente y, por consiguiente, polémico, resulta terriblemente seductor para la industria del cine.
El aclamado actor Benicio del Toro personifica al jefe del cartel de Medellín y, aunque la película lleva su nombre, no es el protagonista excluyente. Sorpresivamente lo es un joven canadiense amante del surf: Nick, interpretado por Josh Hutcherson (más conocido por ser Peeta en "Los Juegos del Hambre"). Nick viaja a Colombia junto a su hermano para disfrutar de sus playas. Allí conoce a María, una muchacha dedicada a la caridad. Resulta que ella es sobrina del famoso Pablo Escobar y, de esta manera, Nick ingresa en su círculo más íntimo. Lo que comenzó como admiración hacia el tío de su novia, se transformará en terror al punto de no poder escapar de su influencia.
Esta película me hizo recordar un poco a “El último rey de Escocia”, en la que el protagonista tiene cierta fascinación por el dictador ugandes, veneración que se diluye al descubrir la violencia que domina su entorno. Aquí estamos ante algo similar, pero con algunas falencias.
Creo que la historia es bastante sencilla, plana y, hasta por momentos, muy predecible. Se utiliza el flashback y resulta atractiva su incorporación ya que ayuda mucho al planteo general de la trama, configurando un gran acierto de los montadores. Pero hay ciertas lagunas en el planteo de las distintas situaciones y existen desenlaces demasiados ligeros que ni el montaje logra impedir. Da la sensación de que hay escenas eliminadas porque hay cuestiones aisladas y cambios en los personajes que no tienen justificación. Es decir, hay una estructura general del guión que es claro pero cuando la historia intenta profundizar un poco muestra serias dificultades.
Vale aclarar que el problema no está en el trabajo de los montadores sino en el de los guionistas, quienes optaron por poner la vida de Pablo Escobar en un segundo plano y centrar la historia en un joven canadiense. Casi es imperdonable que no exprimieran cada gota de jugo que ofrece la vida del colombiano. La premisa que sostiene que la violencia, el narcotráfico y la desestabilización política y social es marca registrada de Latinoamérica se olfatea a lo largo de toda la cinta. Quizás a modo de compensación, el director italiano Andrea Di Stéfano nos regala escenas de acción y suspenso más que satisfactorias.
Gran interpretación la de Benicio del Toro, quien le da profundidad a su personaje, el que aparece poco en pantalla pero que deslumbra cuando lo hace. Muy a lo Vitto Corleone. No es fácil construir un personaje que produce cariño al principio y miedo al final, que es buen padre de familia a la vez que es un asesino implacable. Benicio ha demostrado solvencia.
Todo biopic cuenta con un caudal de información a disposición de los guionistas. Aquí se nota que el uso de la historia del personaje no fue el óptimo. Le falta riqueza a la trama, una base histórica un poco más sólida y un cierre homogéneo para hacerla atrapante y valiosa. Aún así, no es un producto mediocre y se puede apreciar.

Crítica realizada por Leo Arce.



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