28 feb 2015

La mirada del amor: Mirada poco profunda

* * *     BUENA

Drama adulto muy dramático, pero que no molesta. Así podemos definir a esta cinta protagonizada por Annette Benning (“Belleza Americana”) y Ed Harris (“Pollock”), a quien se le suma el extrañable Robin Williams, en sus últimas colaboraciones en el cine. Pero con esto no quiero decir que la trama esté diseñada para inducir el llanto del público. Todo lo contrario: cuenta una historia muy particular a través de un personaje que busca el renacer de su vida para creer en la posibilidad de darse una oportunidad. Un instinto casi de superación con el que muchos pueden identificarse.
No hay dudas de que los nominados al Oscar Annette Benning y Ed Harris, como protagonistas de esta cinta, demuestran toda su pericia actoral y llevan a buen puerto sus personajes.
Ambos logran vincularse muy bien en pantalla y son bastante creíbles. Incluso las pocas y breves apariciones de Robin Williams son efectivas. Si lugar a dudas, un elenco con figuras de notable capacidad artística aseguran una construcción digna de los personajes, más aún en películas que asientan las bases de sus tramas en ellos. Y creo que de eso podemos ser consientes.
El argumento es el siguiente: Nikki (Annette Benning) es una triste mujer que enviudó hace cinco años. Su esposo, Garret (Ed Harris), falleció ahogado nadando cuando celebraban su trigésimo aniversario. Aún mantiene vivo su recuerdo, aunque ha logrado reconstruir su monótona vida gracias a las visitas de su hija y a su amistad con su vecino Roger (Robin Williams). Pero un día conoce a Tom, un hombre idéntico a Garret (interpretado también por Ed Harris) y decide comenzar una relación con él, desestabilizando su vida y sus recuerdos.
La trama parece resultar mucho más profunda de lo que uno cree, pero el enfoque que le da su director no es muy pretencioso sino más bien sencillo. Creo que buscaba eludir todos esos planteos morales y psicológicos de su protagonista, planteos muy comunes que historias de esta naturaleza suelen disparar. Esa decisión no es desacertada, pues la película se va desarrollando de manera uniforme; todo va sucediendo a un ritmo correcto y agradable para la paciencia de cualquier espectador. Pero particularmente considero que la visión del director implica no correr ningún tipo de riesgo. El desarrollo de aquella profundidad de la que carece hubiese realzado la trama. Sólo se trata de un gusto meramente personal. Si bien es cierto de que poner en pantalla esos “riesgos” puede transformarse en un arma de doble filo, no es menos cierto que el director se olvidaba de algo medular: contaba con Benning. Una actriz de probada solvencia hubiese hecho maravillas con los conflictos internos de su personaje: el ver retornar a su esposo en aquel parecido físico, los sentimientos que ello implica y los movimientos desestabilizadores que ello genera. No quiero decir que eso no suceda (eso forma parte del desarrollo de la trama), pero no es abordado desde la subjetividad del personaje sino de la objetividad de los hechos.
Rescato el trabajo del director en la muy lograda introducción de la cinta, tanto desde lo actoral como de lo estético (un buen flashback para presentarnos el presente y el pasado de la protagonista). Fue un modo elegante de sumergirnos en la historia.
En definitiva, es una película que tiene una buena base pero que le ha faltado ese condimento necesario para escalonar un poco en su calificación final. Llega a la meta pero en el camino le han quedado cosas. Sin embargo, disfrutable gracias a sus actuaciones.

Crítica realizada por Leo Arce.



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